La leyenda de Kaldi: el origen
- Tierra Linda
- 25 may 2020
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Alguna vez te haz preguntado ¿Cómo fue que se descubrió el café?, ¿Cómo se descubrieron los efectos que tiene el café en nuestro cuerpo? o ¿De donde surgió este polvo oscuro que nos da vida cada mañana?
El origen del café mantiene su misterio, sin embargo, se cuentan varias leyendas que buscan explicar su orÃgen. Una de las leyendas más conocidas y aceptadas es la de Kaldi, el pastor EtÃope.
Cuenta la leyenda que en el siglo lX existió en EtiopÃa un pastor de nombre Kaldi, que una tarde como cualquier otra realizó un descubrimiento que cambiarÃa por completo la vida de la humanidad; descubrió el café.

Era una tarde común y corriente para Kaldi. Estaba sentado en un claro, vigilando a su rebaño de cabras que pastaba en una colina cercana. Después de varias horas notó que las cabras tenÃan un comportamiento diferente al usual y no regresaban con él y tuvo que ir a buscarlas.
Cuando llegó a la colina donde estaba su rebaño quedó sorprendido. Las cabras siempre apacibles y mansas, ahora estaban muy excitadas, corrÃan por doquier y se golpeaban entre ellas.
Kaldi creÃa que su rebaño se habÃa envenenado y que morirÃan durante la noche, pero no sólo sobrevivieron a lo que fuera que les habÃa sucedido, sino que se mantuvieron despiertas toda la noche. Esto despertó una gran curiosidad en el pastor y decidió llevar a sus cabras a la misma colina al dÃa siguiente.
Cuando llegó a la colina notó que las cabras se apresuraron a comer las bayas rojas que crecÃan en una serie de rozagantes arbustos de flores blancas y aromáticas y que a los pocos minutos comenzaban a llenarse energÃa nuevamente.
Inundado por la intriga, Kaldi se acercó a uno de los arbustos para probar él mismo estas bayas que parecÃan gustarle tanto a las carbas. Sin embargo, apenas probó la primera baya se apresuró a escupirla por el amargo sabor que tenÃa.

Cuando regresó al pueblo, Kaldi decidió regalar algunas bayas a los monjes del monasterio, quienes estaban en la constante búsqueda de una fuente de energÃa que les permitiera soportar largas jornadas de oración, pero a los monjes tampoco les agradó el sabor y tiraron las bayas al fuego. En el fuego, las bayas comenzaron a desprender su pulpa y la semilla comenzó a tostarse, llenando la sala de un aroma exquisito. Asà los monjes encontraron por fin la infusión tan anhelada que los llenaba de paz y energÃa; el café.
Con el paso del tiempo la bebida comenzó a popularizarse y la cosecha de la planta del café comenzó a expandir sus fronteras, llegando primero a la penÃnsula arábica y de ahà a todo el mundo.




